
Ayer, 29 de abril de 2025, el presidente de Estados Unidos Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva con la que “alivia” la carga de aranceles para México y Canadá.
El mismo día en que se cumplían los primeros 100 días de Gobierno, el mandatario aseguró haber llegado a un acuerdo con los líderes del sector automotriz. Esto, según menciona la orden porque los aranceles acumulados “no sirven a los propósitos de Estados Unidos”.
En otras palabras, el Gobierno estadounidense aceptó que, si bien los aranceles tenían como objeto beneficiar el comercio local, el efecto fue el contrario. Pues, tras la imposición de los gravámenes, la economía se contrajo 0.3% en 2025.
Sin embargo, la orden no es del todo un “stop” a la política arancelaria de Estados Unidos. En realidad, sólo descarta los aranceles futuros a las autopartes, el acero, el aluminio y los vehículos fabricados fuera de Estados Unidos que no cumplan con las reglas de origen.
¿Por qué no beneficia a la industria automotriz de México?
Existen varias razones por las que el alivio de aranceles beneficia poco o nada a la industria automotriz de México.
La primera es que Estados Unidos viola una carta paralela que da un trato preferencial a México en el cobro de aranceles con los productos que cumplen las reglas de origen. La sección 232 de esa carta también excluye a México del cobro de impuestos en el 59% de piezas automotrices. Por ende, la orden ejecutiva de Trump no es una concesión sino un simple acato de las reglas del T-MEC.
En segundo lugar, la orden ejecutiva sobre los aranceles no elimina el 25 de impuestos sobre los vehículos terminados en México que son exportados a Estados Unidos. Sólo, lo hace en el caso de los vehículos que tengan el 75% de contenido regional y sean ensamblados en el país vecino.
De esa forma se cumple la Regla de Origen también establecida en el T-MEC. Ésta establece que las unidades deben tener el 75% de sus piezas fabricadas en Norteamérica con un 40% de mano de mano de obra de alguno de los tres países que componen la región.
En tercer lugar, la orden ejecutiva sacude la confianza de los inversionistas. Además, de generar incertidumbre porque en cualquier momento puede cambiar, plantea la posibilidad de que trasladen su producción a Estados Unidos.
Lo anterior bajo la promesa de recibir incentivos fiscales. Por ejemplo, las armadoras recibirán un reembolso de 3.75% por el valor de cada vehículo ensamblado en Estados Unidos, entre el 3 y el 30 de abril de 2025.

Alivio de aranceles, una fantasía
El “alivio” arancelario se concentra en que, simplemente, un arancel no se va a sumar a otro. Es decir, no se acumulará el de autopartes con el de acero y el de piezas etc.
Aunque en términos generales hay una gran victoria por parte de las automotrices, éstas deberán evaluar a futuro cómo absorber o agregar el arancel vigente a los costos finales de producción y comercialización.
En un foro organizado por la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), el economista Eduardo Solís señaló que la industria automotriz debe estar preparada para plantearse soluciones a futuro. Y que inevitablemente, los aranceles se verán reflejados en los costos finales para el consumidor.
Los efectos de la política comercial de Estados Unidos, podrían dejarse ver en la economía nacional en el segundo semestre del año. Lo mismo pasará con las reacciones de empresas tan importantes para la industria automotriz de México como Stellantis, Volkswagen o Nissan
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